lunes, 15 de agosto de 2011

Relatado por científicos

Publicado el por olyjambible





Por qué creemos que hay un Creador
Muchos expertos en varios campos de la ciencia perciben que hay diseño inteligente en la naturaleza y consideran ilógico pensar que la gran complejidad de la vida en la Tierra sea producto del azar. Por eso concluyen que hay un Creador.

Algunos de estos científicos se han hecho testigos de Jehová. Todos ellos están convencidos de que el Dios de la Biblia diseñó y construyó el universo material. ¿Por qué piensan así? A continuación se exponen sus interesantes comentarios.


 

Mi experiencia en el terreno de la genética y mis estudios de materias relacionadas con la biología, como la fisiología y la morfología, han hecho que me percate de las enormes y a menudo indescifrables complejidades de la vida. Al analizar estos temas se ha fortalecido mi convicción de que todas las formas de vida, aun las más básicas, tienen un origen inteligente.

La comunidad científica es muy consciente de la complejidad de los seres vivos. Pero los fascinantes datos que prueban dicha complejidad suelen presentarse en un contexto claramente evolutivo. Sin embargo, yo opino que los argumentos en contra del relato bíblico de la creación se desmoronan al someterlos al escrutinio científico. Y llevo décadas examinando tales argumentos. Después de estudiar con tanto detenimiento los seres vivos y comprobar que las leyes del universo generan las condiciones idóneas para que haya vida en la Tierra, me veo obligado a aceptar la existencia de un Creador.



En mis investigaciones suelo emplear los principios de la física. Trato de entender el cómo y el porqué de ciertos fenómenos. En mi campo de estudio he comprobado que todo lo que observo tiene una causa, y desde el punto de vista científico me parece lógico aceptar que la causa, u origen, de cuanto hay en la naturaleza sea Dios. Las leyes de la naturaleza son tan estables que por fuerza debo creer que proceden de un Creador con gran capacidad organizativa.

 
Si esta conclusión es tan obvia, ¿por qué creen tantos científicos en la evolución? ¿Pudiera ser porque examinan los datos con ideas preconcebidas? Tal actitud no es rara en el ámbito de la ciencia. Pero el simple hecho de observar un fenómeno, sin importar lo convincente que parezca, no garantiza que se llegue a la conclusión correcta. Por ejemplo, alguien que estudie la física del láser podría insistir en que la luz es una onda, parecida a la sonora, porque a veces se comporta como tal. No obstante, su conclusión sería incompleta, pues se ha demostrado que la luz también se presenta en forma de un haz de partículas, a las cuales se llama fotones. De igual modo, quienes insisten en que la evolución es una realidad solo se basan en una parte de las pruebas. Permiten que sus ideas preconcebidas influyan en su interpretación de las pruebas.

Me parece increíble que alguien acepte la evolución como un hecho cuando los mismos “expertos” siguen discutiendo sobre cómo tuvo lugar. ¿Aceptaría usted las reglas de la aritmética como un hecho si algunos expertos dijeran que 2 y 2 son 4, mientras que otros afirmaran que son 3 o tal vez 6? Si el deber de la ciencia es aceptar solo lo que se puede demostrar y reproducir, la teoría de que toda forma de vida evolucionó a partir de un antepasado común no es un hecho científico.



Me enseñaron a creer en la evolución, pero no podía concebir que la inmensa cantidad de energía necesaria para la formación del universo se hubiera generado sin la intervención de un poderoso Creador. Las cosas no surgen de la nada. Por otra parte, en la propia Biblia encuentro argumentos de peso a favor de la existencia de un Creador. Este libro ofrece muchos datos científicos relacionados con mi especialidad, como que la Tierra es esférica y cuelga “sobre nada” (Job 26:7; Isaías 40:22). Tales verdades se escribieron en la Biblia mucho antes de que los investigadores las comprobaran.

Piense en la forma en que estamos hechos. El ser humano está dotado de percepción sensorial, conciencia de sí mismo, inteligencia, capacidad de comunicación y sentimientos. Y, en especial, puede sentir, dar y recibir amor. La evolución no sirve para explicar de dónde salieron estas maravillosas cualidades humanas.

Uno puede preguntarse si son confiables las pruebas que, según los científicos, avalan la evolución. La realidad es que el registro geológico es complejo y confuso, y está incompleto. Tampoco han podido los evolucionistas reproducir en el laboratorio los supuestos procesos evolutivos. Y aunque los científicos suelen utilizar buenas técnicas de investigación para obtener datos, muchas veces permiten que sus motivos egoístas influyan en cómo los interpretan. Se sabe de casos en los que han insistido en sus teorías, a pesar de que los datos eran contradictorios o no eran concluyentes. Está claro que la carrera profesional y el amor propio de los investigadores desempeñan un papel importante en el asunto.

Como científico y estudiante de la Biblia, siempre busco la verdad; trato de conciliar todos los datos obtenidos para llegar a la interpretación más exacta. Desde mi punto de vista, la conclusión más lógica es que existe un Creador.


Cuatro años de mis estudios de biología los dediqué exclusivamente a la célula y sus componentes. Cuanto más aprendía sobre el ADN, el ARN, las proteínas y los procesos metabólicos, más me asombraba la complejidad, organización y precisión que manifestaban. Y aunque me impresionaba ver todo lo que el hombre ha descubierto sobre la célula, me impresionaba aún más lo mucho que le queda por descubrir. El diseño patente en la célula es una de las razones por las que creo en la existencia de un Creador.

El estudio de la Biblia me ha mostrado quién es ese Creador: Jehová Dios. Estoy convencida de que no solo es un Diseñador inteligente, sino un Padre amoroso que se interesa por mí. La Biblia explica el propósito de la vida y promete un futuro feliz.

Los jóvenes a quienes les enseñan la evolución en la escuela quizás estén confundidos y no sepan qué pensar. Si creen en Dios, su fe se pone a prueba. Pero podrán superar la prueba examinando las muchas maravillas de la naturaleza y aumentando su conocimiento del Creador y sus cualidades. Yo he hecho eso mismo y he llegado a la conclusión de que el relato bíblico de la creación es exacto y no se contradice con la verdadera ciencia.



La vida es demasiado compleja como para que haya surgido por casualidad. Por ejemplo, pensemos en la inmensa cantidad de información que contiene la molécula de ADN. La probabilidad matemática de que un solo cromosoma surja al azar es inferior a uno entre nueve billones, lo que significa que en la práctica es imposible. Opino que es absurdo creer que fuerzas ciegas generaron no solo un cromosoma, sino toda la sorprendente complejidad manifiesta en los seres vivos.

Además, cuando estudio el comportamiento complejísimo de la materia, desde el nivel microscópico hasta el de las gigantescas nubes estelares, me quedo impresionado por la sencilla elegancia de las leyes que rigen su movimiento. Para mí, estas leyes son mucho más que la obra de un matemático consumado: llevan la firma de un artista magistral.

La gente normalmente se sorprende cuando digo que soy testigo de Jehová. A veces me preguntan cómo puedo creer en Dios. Su reacción es comprensible, pues la mayoría de las religiones no animan a sus feligreses a investigar sus creencias o a pedir pruebas de que es cierto lo que se les enseña. No obstante, la Biblia nos exhorta a utilizar nuestra “capacidad de pensar” (Proverbios 3:21). Tanto el diseño inteligente que observo en la naturaleza como otras pruebas que ofrece la Biblia me convencen de que Dios no solo existe, sino que escucha nuestras oraciones.

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